viernes, mayo 03, 2013

A la espera de El Eternauta


Durante dos años de mi vida me dediqué a trabajar una tesis de posgrado sobre Héctor Germán Oesterheld, el autor argentino de muchas (muchísimas) historietas. El fruto de ese trabajo lo pueden descargar aquí (clic).
         El proceso de reconstruir la vida, obra y pensamiento del guionista de historietas más grande de América Latina fue en suma enriquecedor. Una de las cosas que más recuerdo es la carga emocional que había al ir descubriendo la manera en cómo su vida se fue entretejiendo a la par de la historia argentina y del desarrollo industrial de un medio como el cómic. De cómo consiguió desapegarse de las convenciones de las historietas de superhéroes cuyos dictados dominaban los norteamericanos y consiguió crear personajes que se caracterizaban por poner de relieve la naturaleza humana. Así, sin más. Oesterheld inventó una historieta argentina (y latinoamericana) que, desde mediados del siglo XX, modificó cuestiones que se suponían superadas o fuera de discusión. El lugar de la aventura, por ejemplo, es uno de ellos: historias de ciencia ficción que ocurrían en escenarios que los lectores frecuentaban a diario y no en las construcciones imaginarias que se hacían de ciudades como Nueva York o Londres. De ahí que la sensación de lejanía de géneros y de héroes se hubiese, de repente, confrontado con la posibilidad. Porque eso fue algo a lo que Oesterheld nunca renunció, a imaginar las maneras en cómo una historia podía cobrar vida sin detenerse a pensar en los supuestos que lo prefiguraban. Y muchas más cosas.
         Lo anterior viene a colación porque la televisión pública acaba de estrenar una serie que aborda los últimos días de Oesterheld. Germán: últimas viñetas se llama el producto que, desde ya advierto, removerá muchas opiniones y pasiones por algo que es inherente a la vida de HGO: su militancia política y su coherencia entre vida y obra.
A mí me ha emocionado profundamente (permitiéndome la cursilería: “casi hasta las lágrimas”). Una emoción que se relaciona con el hecho de ver cómo un actor hace que esa figura que hasta entonces había conocido sólo como diálogos de entrevistas “cobre vida”. El guión es exquisito, los actores bien dirigidos y el arte digno de una producción cinematográfica. La fotografía, en varios aspectos, me ha estremecido, sobre todo en los primeros planos que hacen del rostro de Germán (Miguel Ángel Solá) y en el cuidado que hay para generar el suspenso que el propio HGO invertía en sus historias.
En los primeros dos capítulos que están colgados en la página de la televisión pública argentina y en Youtube aparece uno de sus personajes más entrañables, Ernie Pike. No puedo sino desesperar por saber si en algún momento aparecerá Sherlock Time o Mort Cinder. Quien es seguro que haga su aparición en algún momento es, sin duda, Juan Salvo, El Eternauta.
De más está decirles que se las recomiendo ampliamente. Les dejo aquí los primeros dos capítulos.

Capítulo I

Capítulo II